sábado, 30 de octubre de 2010

Fui a la plaza...

No soy kirchnerista, aunque algunos crean lo contrario, no lo soy. Soy anti-antikirchnerista. Y debo decir que somos muchos, muchísimos más de lo que parece. Tengo casi 30, soy de la generación que no entendió el “felices pascuas” de Alfonsín pero que recuerda las lágrimas de dolor de nuestros viejos. La generación de la Ley Federal de Educación y la Carpa Blanca de los docentes frente al Congreso. Somos los pibes que bancaban a las madres y las abuelas cuando todavía eran unas viejas locas y sólo las aplaudíamos unos cuantos locos. Nacimos en dictadura y crecimos en una democracia vacía de democracia. Fuimos el aguante en diciembre de 2001 y creímos que se venía el socialismo. Llenamos las plazas cuando Eduardo Duhalde y Juanjo Álvarez nos fusilaron a dos cumpas en Puente Pueyrredón. Corrimos de la Policía sabiendo que el limón mitigaba el efecto de los gases lacrimógenos. Vimos cómo la infantería subía a los compañeros a los celulares y fuimos a las comisarías a reclamar que los larguen.

¿Cómo no llorar cuando un patagónico trasnochado ordenó "prosheda" a un Roberto Bendini que se mordió la lengua y debió cumplir con la voz de mando de un civil? ¿Cómo no moquear cuando condenaron a Miguel Etchecolatz por “genocidio”? ¿Cómo no sufrir, como en el mundial '90, el desempate del energúmeno Julio Cobos con la 125? ¿Cómo no saltar  a los abrazos y brindar con una birra cuando se sancionó la Ley de Medios? ¿Cómo no emocionarse con las banderas multicolores del movimiento LGTTBI y los pueblos originarios que invadieron e invaden las calles y las plazas? ¿Cómo no putear hasta las lágrimas cuando un hijo de puta se cargó a Mariano Ferreyra? El jueves, en Plaza de Mayo, también estuvimos los desconfiados, los que aprendimos primero a dudar y después a preguntar, los que no podemos explicar a nuestros amigos que no somos K pero que bancamos muchas de sus políticas públicas, algunas de las políticas públicas que exigimos a los oídos sordos durante años.

Estábamos los que después de cualquier razonamiento usamos la palabra “pero” para aclarar. Los que vimos que las plazas volvieron a llenarse y que muchos cantan las canciones que sonaban marginales hace unos años. Las mismas que usábamos para mostrar quiénes éramos. No soy K. Por eso fui a la Plaza, para estar con los compañeros.

Hernán Cocchi 
periodista